Freddy lengua rota conversaba con el ánima de la niña
atropellada
a la orilla del tren que viajaba por Camino Melipilla,
esperaba el tren de las 4 de la tarde
que pasaba con una loca melodía blusera,
armónica de vapor, escupitajos con carbón,
algo parecido a un capitulo de Hey Arnold,
el tren no llevaba chofer y nadie sabía donde llegaba.
Bah! leyendas todas iguales,
el mismo cuento, la misma mentira,
qué más da si la improvisación termina justo en el cruce,
un solo de campanillas mientras la barrera bajaba,
con respetuoso silencio concluía el tren
mientras pasaba por
la cruz clavada en la tierra,
no había animita, ni plegarias pidiendo favores,
Freddy decía que solo encontrabas una roca con forma de huevo
indicando el punto exacto de la muerte…la niña murió,
cuando sus labios secos
que pedían tanto, nada dijeron, nada recibieron,
buscaban amor y encontraron su sombra.
El huevo de piedra quizás fuese la última pena de la niña,
Freddy nunca comentaba de esto al ánima de su amiga,
solo pensaba en romper el huevo, comerse el interior,
otro cuento de viejos zorros lo inspiraba;
este contaba que si rompías la ultima pena de un mujer
te convertirías en un fénix áureo,
al cual jamás podrían matar,
ya que de mil cenizas podrías revivir.
Fredy lo hizo, pidió permiso a su amiga,
tomo la piedra con forma de huevo
y con toda su fuerza la estrello en el riel férreo.
Era cierto,
como de un volcán salió un fuego áureo,
volando un fénix abrió sus ojos terribles, llenos de lágrimas,
soltó un chirrido espantoso, la ultima pena estuvo
libre
quemando nubes de tanta tristeza contenida
¡Fue libre al fin!
¡Fue libre al fin!
La niña muerta dejo un beso en la mejilla de Freddy
desapareciendo tal cual un espejismo a pleno sol;
este solo esperaba la recompensa,
grito ansioso con su lengua rota palabras ininteligibles
al cielo donde majestuoso levitaba el mítico pájaro,
Freddy pensó que sería un gran tatuaje un fénix áureo,
mostró el brazo donde quería guardar su poder,
en el brazo izquierdo, el de la inconsciencia…
Y así fue.
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